DESDE EL INICIO

PARTE II

Y seguí dando vueltas por aquel antro. El soundtrack de esa parte de mi vida y de ese lugar, estaba compuesto por Vilma Palma e Vampiros, pasando por Caló, La Ley, Enanitos Verdes y mi media naranja, que nunca encontré. Eran esos tiempos en donde primero bailabas a ritmos locochones y a las 12 de la noche la música cambiaba a las «calmaditas» y era en donde el 50% de las parejas que en algún momento gustaron de ritmos movidos, se retiraban de la pista. Si eras afortunada de quedarte en la pista, debías de sentirte súper emocionada que él te hubiera tomado de la cintura y te acercara a bailar a un ritmo más lento. Qué romántico; pensaban todas menos yo. Percibía yo que eso era como dar un paso todavía más cerca a la boda de tus sueños. Y si ahora lo pienso, la verdad es que sí me hubiera muerto si hubiera podido yo sacar a la que me gustaba a bailar en esa pista.O quedarme bailando sola y sin miedo a no pertenecer, brincando al ritmo de Billie Eilish, Fletcher o Chappell Roan, pero ya estaba escrito que en en esa pista de baile no encontraría al amor. Al próximo novio lo encontré en la prepa no en la pista. Se llamaba Carlos. Un día mientras iba en la caja de la pick-up de un amigo, recuerdo que me preguntaba a mi misma si eso que sentía era ya el amor. Por que como que me urgía sentir eso que todas estaban sintiendo. Spoiler alert- no lo era. Carlos me llamó la atención por que era diferente; era muy nefasto la mayoría de las veces. Pero tenia un humor negro interesante, y eso aveces compensa los vacíos. Entonces empecé a salir con el. Íbamos al billar, aveces sí jugábamos. «Checábamos» afuera de su casa. Me acuerdo que sus besos no estaban tan mal, pero tampoco estaban bien. La realidad es que pensándolo bien y si pudiera ahorita re escribir mi historia, me hubiera encantado poder invitar al billar a la que me gustaba; no hubiéramos jugado nada. Lo que si no sabia y jamás me pude haber imaginado es que mi futura primera novia, me iba a «robar» a Carlos. Un día saliendo de cenar con mis amigas, justo en el lugar de enfrente y en un balcón del segundo piso de ese restaurante-bar, estaban Carlos y Adriana dándose un beso largo y eterno. Mis amigas y yo los vimos y quedamos incrédulas. Bonita amiga – me dije. Años después me enteré que había sido una puesta en escena, un show planeado y ejecutado solo para darme celos. Obvio yo ni idea tenia. Seguía sin saber que me podían gustar las mujeres. Pero cada vez tenía mas pistas de que no eran los hombres quienes robaban mi corazon o mi mente, lo malo es que era muy mala detective. Lo que sí es que yo empezaba a pensar que tal vez no tenia la capacidad de que el amor llegara a mi. Ya iban 3 novios y pues realmente no sentía el amor que yo veía que presumían mis amigas. No me nacía hacerles canciones, ni poemas, ni historias, mucho menos de comer o pensar en un día lavarles los calzones. Vaya la idea de lavar los calzones de alguien mas, sea quien sea, como que de entrada no me emociona nada. Cada quien somos capaces de lavar nuestros propios calzones. Lo que si me nacía en esa época era hacer historias de mis amigas, una en particular que se llamaba Alondra. La había conocido en un campamento de verano. Le hablaba todos los domingos por teléfono (llamada internacional – hice muy rico a Slim en esta época).Después cuando mis papas me regañaron por el recibo de teléfono que llegaba altísimo, investigue la manera de hackear los teléfonos fijos de telmex, e iba a un centro comercial en donde había uno, y ahí, parada, al lado del departamento de ropa para hombres, duraba horas hablando por teléfono con Alondra. Le componía canciones, le mandaba dulces, cigarros, casetes grabados con la música del momento, fotos, le escribía largas cartas contándole mi dia a dia y a la vez contaba los dias para poderla ver el próximo año en el campamento de verano. Y claro, ella me contestaba las cartas y también me mandaba fotos. De sus últimas cartas que me escribió me contaba de como su novio pasaba por ella en moto. Recuerdo que en ese momento el novio no me cayó tan bien. ¿Por qué ahí nadie me dio una pista? Una pista de que por lo menos justo eso era estar enamorada, o embobada o hechizada y estupefacta por esta mujer. Poco después recuerdo que el internet hizo su debut en mi casa y tuve mi primer correo electrónico. De alguna forma intercambiamos nuestros correos y después nos escribimos un par de correos. En su último correo me comentó que su papá la había regañado por los correos que nos mandábamos. Y después de eso, y a pesar que a diferencia de nuestras cartas que tardaban semanas en llegar, y el correo era casi instantáneo, dejé de saber de ella. No regresó el año siguiente al campamento. Yo tampoco.

Responder

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Posted in